Todo lo que me opone al mundo me es consustancial. La experiencia me ha enseñado pocas cosas. Mis decepciones me han precedido siempre.

9.10.11

(No)mbres.

Creía en un lenguaje desprovisto de referentes. Si te hablo te hago, si te nombro te vivo. Si los deseos de una línea disponen tu realidad, somos todos presas de un destino permanente, cíclico. Lo único que cambia son los códigos, los signos que nos han de reemplazar en ese nuevo lenguaje que se aleja continuamente para darnos una falsa autonomía. Una jaula semántica, un pertrecho artificial de fonemas que encarnaban tus manos. Al nombrarte te me aparecías como sueños rotos, una percepción callada de toda consecuencia. Y al final no podemos callar.



El silencio es la muerte de nuestra esencia. El enunciado vital está condenado al infinito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

impertinente